Cortar una Jacaranda

(…)Pero lo que cualquier lector avezado aplaudirá, será su búsqueda y hallazgo de un símbolo para representar en forma aplastante la historia: un árbol, una jacaranda. ‘El árbol ensuciando la entrada con sus hojas diminutas; miles de flores manchando el piso; ni un rayo de sol atravesando esas ramas para iluminar la casa que, a oscuras, parecía siempre de noche; las raíces que tenían la intención de levantar la banqueta de la calle y, finalmente, la enorme jacaranda comiéndose su pequeña casa.’

¿Su casa o su vida? ¿Un árbol o un escollo? ¿El escollo que quiere engullir su vida?”

Prólogo, Ana María Güiraldes.