El poder de los pacientes en los tratamientos médicos
Cristián Warnken conversa con Pedro Barría, autor de un reciente libro que destaca la importancia de las terapias integrales, que incluyen aspectos sicológicos y biográficos de los enfermos.
El poeta Enrique Lihn decía, una vez que le diagnosticaron un cáncer terminal, que «solo hay dos mundos: el de los sanos y los enfermos».
Sin embargo, existen muchos tipos de pacientes. Y en conversación con Cristián Warnken, el abogado de la Universidad de Chile Pedro Barría -autor del libro Democracia Terapéutica: pacientes protagonistas de una medicina integral bio-psico-social-, asegura que lo que debe hacer el médico es «conocerlos en todas sus dimensiones».
Para Barría la vida no ha sido fácil: tuvo cáncer dos veces y su esposa murió de la misma enfermedad. El profesional, que trabajó 10 años en la Vicaría de la Solidaridad, habla de «la importancia de compartir el mundo interior» y en su libro rescata la figura del médico «como un pedagogo», que toca la importancia de una terapia integral para curar una enfermedad.
En Desde El Jardín, el autor profundiza en el concepto de «enfermedad trunca», que se refiere a cuando se le da solo una razón particular a un padecimiento. Barría cree en la idea de que cada individuo tiene su propia historia emocional, lo que puede o no llevar al desarrollo de algún problema físico.
De la asimetría a la confianza médico-paciente
A pesar de que la relación entre un paciente y un médico es asimétrica, Barría destaca que es esencial que estos dos se conozcan y hasta se hagan amigos, para generar una relación de confianza.
Pero no es una tarea fácil de lograr. Hoy en día, se puede decir que en general existe una crisis entre los pacientes y los médicos, señala Warnken. Para que esto no ocurra, debe existir una red de apoyo de gente que padezca lo mismo. De esta forma la empatía se puede complementar con la cercanía de la familia, responde Barría.
El abogado explica que conocer la parte sicoemocional es fundamental para comprender de dónde viene la enfermedad, y ese tipo de relación es lo que separa a un médico de un doctor. El doctor se preocupa más allá de los padecimientos físicos que puede tener una persona, y esto se logra a través de la sensibilidad, dentro de la «medicina antropológica», la cual busca aprender de la biografía de un ser humano.
Dentro de esta relación que busca romper con la vulnerabilidad del paciente, Barría dice que quienes padecen una enfermedad también deben tener la oportunidad de establecer por su cuenta el nivel de participación que desean tener en el espacio de ésta. Existen países en los que culturalmente «estar enfermo es un estigma», como en Japón. Por lo mismo, el autor propone que cada paciente debiese tener la elección de conocer o no el avance de sus padecimientos.
La antropología de una enfermedad
El abogado, quien hizo un doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Carolina del Norte en Estados Unidos, propone «una alianza terapéutica», donde se establezca un «proyecto de diagnóstico» entre los médicos, los familiares y los pacientes. Por lo tanto, un contexto de comunidad es fundamental para proyectar un buen tratamiento.
Un factor en esta batalla es el límite de tiempo en la consulta. «Los pacientes que tienen tiempo límite demoran más en sanar». Estos son aquellos que entran y salen con una lista de recetas, dice el autor.
A pesar de que todo el aspecto emocional está apartado de los estudios, para él la sensibilidad entra en el proceso de sanación: quienes lloran o piden perdón tienden a ser personas más sanas. Además, las personas que son escuchadas y acompañadas desarrollan una mejor capacidad de mejora.
En algunos casos, la empatía hacia el sufrimiento ajeno por parte del médico se asocia con experiencias personales de pérdidas. En su libro, Barría busca ampliar ese espectro y crear conciencia de que un paciente antes de una operación está ansioso, casi de la misma forma de quien va a realizar la intervención.
Y adoptar una actitud de sanación también importa, como lo demuestra la ciencia. «Los placebos nos revelan que la fe que un paciente tiene en lo que está haciendo para sanarse, puede llevarlo a sanarse», afirma Barría.
Desde la mirada de Platón, Warnken rescata una preocupación por la dinámica entre un paciente y quien lo trata. Porque, como aclara Barría, «la medicina es integral» y se relaciona con la filosofía, la antropología y otras disciplinas pertenecientes al área humanista, que buscan ahondar en lo que puede sentir alguien cuando está enfermo.