Ortega lanza nueva Novela

Casas embrujadas, manchas de sangre que no desaparecen, niños deformes, un hombre que cubre su rostro con una bolsa de papel, leyendas del pueblo de Victoria, ecos monstruosos de José Donoso y del miedo en los suburbios de Stephen King. Todo eso y bastante más inspira El horror de Berkoff. Pero la nueva novela de Francisco Ortega no es sólo una historia de terror: es la de cuatro adultos que deben enfrentar los fantasmas de la niñez. Y todo sale mal.

Llegada a librerías la semana pasada, El horror de Berkoff aparece en momentos en que Ortega, editor de Alfaguara, entre otras cosas, juega de bestseller: 1899, la novela gráfica hecha a medias con el dibujante Nelson Dániel, lleva cinco semanas en el ranking de los libros más vendidos. «Le ha ido mejor de lo que todos pensábamos», reconoce.

Si en 1899 Ortega dio rienda suelta a una fantasía grandilocuente para reinventar la historia de Chile, en El horror de Berkoff los códigos del horror le sirven para entrar en vidas privadas. Vidas que arrastran traumas infantiles jamás resueltos y, peor, en un pueblo chico demasiado religioso, con muchos secretos y algo que parece sacado de un cuento de terror.

«Más que una novela de terror, esta es una novela con terror. El horror es una excusa, es otra cosa: es una historia de fantasmas. De deudas por pagar. Y es de las cosas más biográficas que he escrito. Lejos. Aquí está mi infancia», dice Ortega.

El pueblo de Salisbury (una versión dela Victorianatal de Ortega) recibe a Martín Martinic, tras 16 años. Actor famoso en baja, vuelve para el funeral de uno de sus mejores amigos de infancia, Juanjo. Lo espera Perci, el amigo que mira la vida como una mezcla de leyenda urbana y conspiración histórica. Lo espera Emilia, el amor de su vida y ahora viuda. Lo espera la casa Berkoff, una mansión maldita que lo marcó a él y a sus amigos cuando eran niños.

«Esta novela tiene dos padres espirituales: Salem’s lot, de Stephen King, y El obsceno pájaro de la noche, de Donoso», dice Ortega. Y es así: una historia de niños de suburbios marcados por un hombre deforme.

Ortega dice haber leído El obsceno… como un novela gótica. Era el deseo de hallar horror hecho en Chile.